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Construyendo vínculos saludables
Geraldine Machkin, psicóloga

Geraldine Machkin

Psicóloga Clínica con experiencia en niños, adolescentes, adultos y parejas.

Trabajó en la fundación Guemilut Hasadim. Trabaja en conjunto con Importantes Rabanim de Argentina en asesoramiento y atención clínica de parejas.

Una de las principales dificultades que como seres humanos nos enfrentamos hoy en día es el desafío de poder no solo construir vínculos sanos, sino también duraderos y generadores de felicidad.

Desde antes del nacimiento, en la concepción, damos cuenta que la presencia de un vínculo se hace indispensable, generador de una dependencia absoluta para que podamos subsistir, siendo este un sostén a nuestras necesidades y el responsable de introducirnos en el lenguaje.

A diferencia de otras especies, el ser humano desde el inicio se sumerge en el lenguaje y no sobrevive fuera de la cultura. Es ese vínculo, que no es solo físico, sino también emocional, que cumple la función de abrazarnos y amarnos, brindando ese cariño para desarrollarnos como personas íntegras.

La necesidad de relacionarnos es un pilar esencial en el ser humano. Como seres sociales, cada uno de nosotros nos enlazamos y necesitamos vivir en grupos, no solo para subsistir, sino también para ser felices. Así crecemos saludablemente en un marco de contención física, psíquica y social. Siendo la familia la primera institución a la que pertenecemos, y la que nos va a dar la apertura luego a la sociedad, para establecer otros futuros vínculos, entre ellos el vínculo matrimonial.

Constitución de una pareja

El vínculo de pareja es muy importante para establecer una relación interpersonal, favoreciendo el desarrollo personal y el crecimiento individual.

El ser humano necesita estar vinculado como sea, pero es indispensable buscar formas adecuadas que nos conduzcan por la senda de la alegría y el bienestar.

Nuestra pareja, es aquella que nos complementa sintiendo el deseo de unirnos y caminar la vida acompañados.

Ponemos en nuestra pareja los atributos que corresponden a nuestro ideal y así amamos al otro justamente por eso. Es decir, que el objeto amado el cual tiene gran poder sobre nosotros mismos será al que le hemos colocado los atributos de nuestro ideal del yo, proyectándolo en el sujeto al cual amamos. 

En la elección de pareja se colocan expectativas idealizadas de bienestar y de placer, que suelen dejar a un lado aspectos de la realidad. A través de mecanismos conscientes y sobre todo, inconscientes. Se espera que nuestra pareja llene las carencias y resuelva todas las dificultades que se tienen, proyectándose en ella deseos y necesidades.

Es la pareja, diferente a mí, con su propia infancia, vínculos y otra primera institución, su familia de origen, el cual, con distintas características, hoy elegimos para conformar juntos un hogar en común.

Consolidar un matrimonio sano y feliz implica mucho más que pasar por la jupá, y entregarnos el simbólico anillo con el cual legalmente nos conformarnos como esposo/a.

La pareja puede capitalizarse favoreciendo el desarrollo y enriquecimiento como, por el contrario, provocar el surgimiento de conflictos por diferencias difíciles de reconciliar. Las situaciones conflictivas son propias en cualquier pareja, lo importante es cómo las capitalizamos constructivamente para seguir construyendo nuestro vinculo saludablemente.

Fromm nos hace reflexionar sobre “Te amo porque te necesito”, siendo la forma en la cual nos relacionamos en la sociedad, quedándonos en la búsqueda de cubrir nuestras propias necesidades en el exterior, siendo que el verdadero amor maduro implicaría “te amo porque te amo”. Aprendiendo que el amar implica primero saber despojarse de todas las necesidades propias.

Relacionándolo con los valores del judaísmo, amar implica dar, AHAVA que viene del término “AHAV. En Yahadut cuanto más te doy, más te amo, amando incondicionalmente sin esperar la reciprocidad. Podríamos sostener que extendemos parte de nuestro yo al otro, generando que el otro sea parte nuestra y de esa manera le damos o simplemente lo amamos.

No debemos esperar del otro que llene expectativas y le dé sentido a nuestras vidas, sino por el solo hecho de que mi vida tiene sentido, amar.

¿Es justamente el otro, nuestra pareja, quien debe cubrir todas nuestras ilusiones, fantasías y darle a nuestra vida un sentido? Somos nosotros mismos los responsables, por decirlo de alguna manera de encontrarle ese sentido, generando expectativas que podamos alcanzar, y si, de esta manera ser apoyados e incentivados por nuestro cónyuge.

“Las crisis”

Las crisis de parejas son propias de cualquier relación, suelen provocar una tensión que demanda una transformación en los hábitos y comportamiento de la pareja, siendo normales y por lo tanto no implicando necesariamente una ruptura sino por el contrario, una oportunidad para conocerse mejor y consolidarse aún más.

Estar en pareja es enfrentarse a nuevos desafíos y adversidades, pero también es sentir que siempre estaremos acompañados en este camino de la vida con todo lo que ello conlleva.

Todos somos conscientes que la perfección no existe y menos aún en el vínculo matrimonial, claramente querer buscar esto, nos va a llevar a la insatisfacción constante. 

Sería importante nutrirse de lo que SI tenemos y elegimos, valorarlo y darle principal importancia y quizás poder trabajar juntos por los puntos que pensamos debemos mejorar, sabiendo que nada nunca será ni ideal ni perfecto.

Principales causales de crisis matrimoniales

La mayoría de las parejas entran en crisis, debido a la principal dificultad que es el choque entre los deseos de cada uno de los cónyuges. Queriendo cada uno satisfacer el propio como prioridad frente al otro.

Otro generador de crisis matrimonial son las funciones que con anterioridad eran adjudicadas al hombre o a la mujer y las expectativas que pone uno sobre el otro.


Cuestiones y estereotipos con relación al género que vienen atravesando a lo largo de la historia haciendo un quiebre, hoy en día a nuevos paradigmas, en donde una pareja debe encontrar colaboración conjunta y no dominación de uno sobre otro. Asumiendo cada uno un rol diferente que los complemente, según las necesidades de ambos. también debemos pensar que estos roles pueden ser dinámicos y cambiar de acuerdo las diferentes etapas y momentos en el cual transiten a lo largo de su vida. Ahí encontramos un quiebre histórico importante en los matrimonios en donde antes, cada uno se ocupaba de sus tareas y obligaciones socialmente establecidas, mientras que hoy, ambos esperan que cada uno cubra no solo las suyas, sino también las áreas del otro. Este paradigma cambió, no hay roles de uno u otro, sino poder establecer pautas en común en donde ambos se encuentren cómodos y a gusto.


Si esto no sucede comienza la angustia, el enojo, la frustración y en a consecuencia la peleas y reproches.


Otro importante causante de las crisis es el materialismo en el que estamos inmersos hoy en día. Las presiones sociales, las ambiciones y las comparaciones, son muchas veces causantes del desgaste de una relación marital. Gran cantidad de veces caemos en las comparaciones con los demás que simplemente nos sumergen en la ambición y querer traer a nuestras vidas cuestiones que son ajenas, desenfocándonos de ese objetivo en común que intentamos construir con nuestras parejas, entendiendo que nosotros somos únicos y diferentes y nuestros objetivos y metas también lo son.

Factores positivos importantes 

El compañerismo debe ser un pilar fundamental, el diálogo la base ante cualquier toma de decisión y el apoyo a los deseos del otro.

Es positivo pensar diferente, no pudiendo pretender que siempre pensemos igual, pero el respeto y la comprensión deben primar en la relación.

Todas las personas tenemos necesidades físicas y emocionales, esto nos permite unirnos, consciente e inconscientemente, con el único fin de poder suplirlas.

En esta unión cada cual genera en el otro un sostén emocional importantísimo, en donde poder compartir dudas y emociones de todo tipo. Entender el vínculo matrimonial como tal, implica darnos cuenta de que siempre estaremos acompañados, ante todo.

La motivación que el otro puede brindar es la base del éxito de cada uno de los cónyuges. Cuando el hogar es fuente de alegría y felicidad, el éxito individual se hace más cercano, y la valoración que le brindemos al otro genera la principal base para que su autoestima sea más sólida y firme, por lo cual posiblemente, logren ser más exitosos en conseguir las metas que cada uno se proponga.

Por el contrario, las crisis y los momentos de quiebre muchas veces perjudican nuestras actividades individuales.

¿Cómo formular una crítica constructiva? 

Si hablamos de las críticas, gran tema también en una relación, podemos sostener que si son constantes claramente destruyen y deterioran el vínculo matrimonial, por lo cual a la hora de hacerla es importante que se formulen desde la construcción, hablando de la acción y no de la persona. Es decir que no caiga en el ser: “vos sos tal cosa”, a diferencia de decirle: “vos hiciste algo de cual o de tal manera”. Por otro lado, para que una crítica pueda ser más tolerada y funcionar constructivamente, la persona debe sentirse plenamente querido por quien está criticando su accionar.

El pedido del perdón es un acto de grandeza y humildad y uno de los mayores crecimientos personales. Nos hace entender que no somos perfectos ni tenemos el saber absoluto, pero es importantísimo poner principal énfasis en tratar de no volver a caer en la misma situación que dañó a la otra persona.

Principales puntos a tener en cuenta para la construcción de un buen vínculo matrimonial 

  1. Nutrir la relación.
  2. Apoyarse mutuamente.
  3. Ofrecer aliento y apoyo constante.
  4. Mantener el humor y la alegría.
  5. Conservar la autonomía personal.
  6. Mantener la fortaleza del vínculo matrimonial ante la adversidad. El matrimonio debe ser un refugio en donde poder expresar diferencias, enojos y conflictos.
  7. Mantener la privacidad de la pareja, establecer una intimidad placentera para ambos.
  8. Priorizar ante todo el respeto y la valoración de uno mismo y del otro.

Saber que muchas veces la realidad es subjetiva y dependerá de como cada uno la vea.

Una de mis frases favoritas es: “Usted podrá saber lo que dijo, pero nunca lo que el otro escuchó” (Jacques Lacan). Efectivamente, no podemos saber cómo llegan a los demás las informaciones que les transmitimos o cómo van a ser estas interpretadas.

Por lo cual entendemos que todo mensaje, interviene sentimientos y emociones que a veces seleccionan o distorsionan la información generando que el mensaje muchas veces sea diferente. Queda claro entonces que no se trata de un código, cada cual escucha desde su “realidad psíquica” y desde su posición subjetiva.

Si esto lo llevamos a construir un vínculo matrimonial sólido, nos permitimos poder hablar sin saber cómo se escuchará eso, incluso nuestra pareja llega a entender mejor que uno, lo que realmente se dijo y más allá de lo que quiso decir.

Debemos aprender a no centrarnos en nosotros mismos, a no enceguecernos y evitar caer en millones de justificaciones, aprendiendo a ampliar nuestra visión para poder salir de nuestra postura, simplemente escuchando más allá del mensaje, en donde se encuentra el deseo del otro.

La relación de igualdad funciona como un equilibro óptimo en las relaciones, no me refiero a la igualdad con relación al género (hombre y mujer) sino en entender que somos igual de responsables a la hora de que esta pareja funcione con éxito, que seamos capaces de dar, recibir, que nos necesitemos y principalmente que nos amemos.

Uno de los principales puntos de discordia en la pareja, no es lo que decimos sino la manera en que lo hacemos. Perdemos mucho tiempo en explicar lo que queremos transmitir sin enfocarnos en la manera en la cual nos expresamos.

No idealicemos a la otra persona sino aceptémosla.

Entendiendo que en el vínculo amoroso también nos encontraremos con la falta propia de nuestra estructura, que nos constituye como sujetos con deseos y nos permite establecernos dentro del lazo social.

Resumiendo entonces todo lo mencionado, tal como afirmara Freud (1905), el asunto de la completitud aparece como algo engañoso, puesto que el otro, es ubicado por el sujeto como un objeto que intenta colmar la falta, lo que nos restaría pensar ¿en función de que elegimos a nuestra pareja?

La manera de vincularnos con nuestro entorno y pareja está directamente relacionada con nuestra manera de ser y de sentir.

Una relación jamás será perfecta y muchas veces la decisión del otro no será de nuestro agrado. Esto no implica no llegar a ser feliz.

Una pareja saludable no tiene el mismo carácter, sino la mejor comprensión de sus diferencias, por lo cual el éxito de un buen matrimonio es la combinación de amor, paciencia, perdón, buen humor, comunicación y perseverancia entre otras cosas.


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